jueves, 15 de abril de 2010

Yentl. No creo en los genios.

No soy un gran lector. O no al menos de novelas y grandes libros. Si... más de uno han recorrido mis ojos desde el principio hasta el final. Pero soy más cinéfilo que lector. Y no porqué recuerde datos y cifras de las películas que me apasionan... no es mi objetivo, ni nunca lo fue, en convertirme en hombre enciclopedia o un pedante de los datos.

No deslumbraré jamás, posiblemente, a mis interlocutores con datos que "demuestran" mi memoria. Tampoco ese es mi objetivo.

Soy visceral. Puedo ver una película mil veces. De diferentes temáticas. Sólo basta... que me mueva algo. Como así considero el arte en mi visión personal.

Tampoco creo en los genios. "Genio" es una palabra que casi siempre es aplicada por alguien que se siente deslumbrado por el otro/a. Pero creería en la palabra si no se usase como dogma universal. Creería en ella si se usase como, lo que creo que todo debe ser, una opinión personal.

Ya sabéis también mi opinión... la realidad no existe... es... lo que uno ve, lo que uno siente. Genialidad, para mi, es lo que uno así lo considera, lejos de cánones/reglas/ovejas.

Como buen gay, como cinéfilo (lo uso diciendo... me encanta el cine, y me sería difícil vivir sin él, no como una enciclopedia andante, creo que quedó claro antes), pero sobre todo... como yo mismo, y no puedo dejar de tomarme la libertad de incluir en mi laberinto de pasiones una de las escenas, una de las interpretaciones, y uno de los medleys que desde hace mucho, mucho tiempo, me han acompañado en mi vida; ya sea como banda sonora en la cama, o con las tardes de invierno frente al televisor.

Para aquellos que quieran ver, disfrutar y compartir... aquí van estos dos vídeos.






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